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Cambiar el hábito o la manera de convertirme

Seguramente recordarán la película «Cambio de hábito». No sé por qué cada tanto tiempo vuelvo a ella, a necesitar conectarme con aquello que me transmite. No es sólo por la íntima relación con la música y su servicio en la liturgia, sino que esta película, sumamente profunda en su ser comedia y que con los años se me ha revelado cada vez más, es una imagen viva en mi vida de comunidad, conversión y apertura a la vida; todo eso junto… quizás porque nada de eso pudiera ir por separado y porque parecen misteriosamente encadenarse.

Quisiera compartir algunos de los gestos de la película que más me emocionan. En principio recordar que Deloris, la protagonista, es originalmente una cantante de cabaret en Las Vegas en pareja con un capo mafia. Al ser ella testigo de un asesinato en manos de su novio, y él desconfiar de su capacidad de sigilo, se da una suerte de persecución al mejor estilo Tom y Jerry que deviene en que Deloris sea enviada bajo un programa de protección de testigos a un convento en un barrio de bajos recursos económicos y delicada situación social.

Lo que pasa desde que ella llega al convento es maravilloso. Entre idas y venidas con la madre superiora, una mujer dulce pero no del todo preparada para tener entre sus hijas a una mujer de la noche camuflada bajo el hábito, Deloris queda al mando del coro que acompaña la liturgia de la misa en la parroquia que lejos está de ser muy concurrida. Sería individualista y pobre decir que sólo ella transforma el coro, sino que mejor aún, ella logra sacar de cada una de sus hermanas religiosas lo mejor de ellas y les muestra una nueva manera de alabar a Dios a través de la música. Se gana el cariño de todas, pero por sobre todo, se deja querer y llegando hacia el final de la película expresa claramente su necesidad afectiva por ellas y el sentirse cuidada, respetada y valorada. A medida que pasan los días y el coro va innovando, a pesar de la madre superiora no del todo conforme con las coreografías (chiste aparte), los jóvenes del barrio comienzan a sentirse invitados a entrar a la celebración por lo que escuchan desde afuera y poco a poco la misa se llena de gente que vibra y reza con las coreutas.

En medio de todo esto y a modo de compartida diré algo que se me cruza por la cabeza: pasé más de la mitad de los últimos 10 años, es decir, desde que tenía quince y adquirí consciencia de mi vida espiritual/religiosa -que con el tiempo se volvería cada vez más mía y de Dios- que la conversión tenía que ver con la intachabilidad –si existiese tal palabra-. Tenía que ver con dejar de ser/hacer para empezar a ser/hacer y en el medio ir resolviendo la vida como se pudiera, algunos con mejor suerte que otros. A la luz de los tiempos y del paso de Dios en mi vida estoy en condiciones de insertarme en el primero grupo, los de mayor fortuna.

Acá está el video de la escena final de la película que a mí, en lo particular, me emociona hasta las lágrimas. Ella vestida de hábito, pero sin velo, mostrando su pelo tal cual es. Ella frente a la comunidad que ahora es su comunidad, sus jóvenes, sus niños, las personas con las que ella se fue involucrando y fue invitando a los demás a involucrarse, frente a sus monjas amigas y dirigidas, frente al “Papa” -dato no menor-, en ese entonces todavía Juan Pablo II. Ella, Deloris, la mujer de las noches de las Vegas, la mujer que volverá a las noches de Las vegas (vean la 2), pero que no será la misma. Vean la expresión en sus ojos, la profundidad de su mirada y sus gestos –casi me olvido de que es una película y ella una gran actriz-, cómo se mueve, la pasión, la alegría en la expresión de las monjas que canta; la cara de la madre superiora, testigo del milagro de abrirse a la vida y lo que trae a veces tan insospechadamente…

¿Quién se resistiera a un Dios que ama tan personalmente?

Cada vez que veo esta escena, corolario de lo que viene subnarrando la película, siento un fuego que se inserta en ese espacio de mi corazón que me he reservado para intuir que la conversión va tomando forma de dejarme querer y acompañar por Dios y por los otros, pero todavía, a pesar de mí misma.

De la letra de la canción… ¿qué decir sino que adhiero profundamente?
Les dejo la traducción al español de la misma.
Espero que les guste

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Yo lo seguiré

Coro
Yo lo seguiré, lo seguiré adonde sea que Él vaya
Y cerca de Él siempre estaré porque nada me puede mantener lejos.
Él es mi destino.
Yo lo seguiré. Desde que tocó mi corazón supe que no hay océano tan profundo,
o montaña tan alta que pueda mantenerme lejos, lejos de su amor.
Lo quiero y adonde sea que vaya, yo lo sigo.

Deloris
Yo lo seguiré, lo seguiré adonde sea que Él vaya. No hay océano tan profundo,
o montaña tan alta que pueda mantenerme lejos

Coro
Yo lo seguiré, lo seguiré adonde sea que Él vaya. No hay océano tan profundo,
o montaña tan alta que pueda mantenernos lejos, lejos de su amor.

Solista
Sí, lo quiero. Lo voy a seguir.
Siempre va a ser mi verdadero amor, desde ahora y para siempre.

Coro
No hay océano tan profundo,
o montaña tan alta que pueda mantenerme lejos, lejos de su amor.

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